sábado, 10 de diciembre de 2011

Desfiladero,
brillos, en el que una muerte
cruza hacia arriba, con la también
sellada, por la nieve y los astros
cordillera -quien




-con-allí-y
-contra-allí
escala existencia, piedra por piedra,
hacia el perdido nosotros-




las cimas
de una historia de ecos
donde se congelan las sombras
de los hermanos en torno
a eternidades y ciclos, las




voces, otras,
que glaciares más límpidos
corrigen hacia abajo
-aún,
quieres, podemos
comprendernos, táctiles,
en los fríos del nombre-




las
alto irisadas
caravanas de un arte
por las sabedoras ventiscas en
los claros, como




si aún emprendiésemos, no de
un yo, no
de ayer.




Adelante.
Adelante, a través de la borrada
oración en lo más hondo de los copos mediovivos
estrechamente ahora, con las tiendas sombrías
donde el ir se refugia.
Adelante




como si aún
llegáramos, no a
un tú, no
mañana.

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