Los
de hoy, también
desaparecidos, en
fachadas, dispersos,
para el reparto del sentir
aquí
se perdonaron
irguieron el día junto
a una bandera, por
la espalda
se visitaron de nuevo.
A uno abastece lo que prensó
el asesino. A uno demora
otra palabra de ruta.
A uno multiplica la ciudad alfarera.
Te
sabemos, Señor, te
sabemos: en
torno a nosotros
respiras, igual
que nosotros, cada vez
más llamado, más
interno, más cautivo.
Nos
escuchas
rogar una sílaba
y hacia aquí
enfermas tu nada.
jueves, 22 de diciembre de 2011
miércoles, 21 de diciembre de 2011
Sin culpa nos alejamos
de los dioses que fueron la más alta razón
y de las razones que ondearon como hímnicos dioses
desplegándonos, y acortándonos
igual a sombras fugaces
movidas por los cambios de luz y los cuerpos imprevistos
que cruzan con inocencia la tierra y sus fulgores.
Nadie:
poema del mundo. En ti
aventajamos a los asilos
que hurtaban nuestra amistad con la inclemencia.
Y no derramamos
pánico o nostalgia
por los mensajes eternos que la fe
hacía columpiar con veneración y altura.
A través del quejido
y en la segada cosecha, mientras en una oración oímos pudrirse
al pan y al vino de la vida justa
y el signo de una serena orfandad
nos inicia completamente.
Pero al fin
cantemos
con los caminos rendidos en meandros
y el viaje del fulgor salvado en la acechanza,
cantemos al compás del accidente
y de los abruptos silencios celestiales
mientras más tenaz la sangre invita
a su oscuro desposar, perdidos
de los gloriosos porvenires
a través del crujir de las fragilísimas palabras, nosotros
los arrebatados en la tierra sensitiva
por un rayo fugaz,
cantemos.
de los dioses que fueron la más alta razón
y de las razones que ondearon como hímnicos dioses
desplegándonos, y acortándonos
igual a sombras fugaces
movidas por los cambios de luz y los cuerpos imprevistos
que cruzan con inocencia la tierra y sus fulgores.
Nadie:
poema del mundo. En ti
aventajamos a los asilos
que hurtaban nuestra amistad con la inclemencia.
Y no derramamos
pánico o nostalgia
por los mensajes eternos que la fe
hacía columpiar con veneración y altura.
A través del quejido
y en la segada cosecha, mientras en una oración oímos pudrirse
al pan y al vino de la vida justa
y el signo de una serena orfandad
nos inicia completamente.
Pero al fin
cantemos
con los caminos rendidos en meandros
y el viaje del fulgor salvado en la acechanza,
cantemos al compás del accidente
y de los abruptos silencios celestiales
mientras más tenaz la sangre invita
a su oscuro desposar, perdidos
de los gloriosos porvenires
a través del crujir de las fragilísimas palabras, nosotros
los arrebatados en la tierra sensitiva
por un rayo fugaz,
cantemos.
martes, 20 de diciembre de 2011
sábado, 10 de diciembre de 2011
Desfiladero,
brillos, en el que una muerte
cruza hacia arriba, con la también
sellada, por la nieve y los astros
cordillera -quien
-con-allí-y
-contra-allí
escala existencia, piedra por piedra,
hacia el perdido nosotros-
las cimas
de una historia de ecos
donde se congelan las sombras
de los hermanos en torno
a eternidades y ciclos, las
voces, otras,
que glaciares más límpidos
corrigen hacia abajo
-aún,
quieres, podemos
comprendernos, táctiles,
en los fríos del nombre-
las
alto irisadas
caravanas de un arte
por las sabedoras ventiscas en
los claros, como
si aún emprendiésemos, no de
un yo, no
de ayer.
Adelante.
Adelante, a través de la borrada
oración en lo más hondo de los copos mediovivos
estrechamente ahora, con las tiendas sombrías
donde el ir se refugia.
Adelante
como si aún
llegáramos, no a
un tú, no
mañana.
brillos, en el que una muerte
cruza hacia arriba, con la también
sellada, por la nieve y los astros
cordillera -quien
-con-allí-y
-contra-allí
escala existencia, piedra por piedra,
hacia el perdido nosotros-
las cimas
de una historia de ecos
donde se congelan las sombras
de los hermanos en torno
a eternidades y ciclos, las
voces, otras,
que glaciares más límpidos
corrigen hacia abajo
-aún,
quieres, podemos
comprendernos, táctiles,
en los fríos del nombre-
las
alto irisadas
caravanas de un arte
por las sabedoras ventiscas en
los claros, como
si aún emprendiésemos, no de
un yo, no
de ayer.
Adelante.
Adelante, a través de la borrada
oración en lo más hondo de los copos mediovivos
estrechamente ahora, con las tiendas sombrías
donde el ir se refugia.
Adelante
como si aún
llegáramos, no a
un tú, no
mañana.
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