En derredor
de este sitio, que
de la forma sabe lo
que una forma
ausenta, por
el desove
de nombres a sus pies, cuyos
frutos a
otros nombres
abastecen, en el camino
que allí nos reconduce, el
primero, aún, después
del último, cuando tanto
tañidor sentido
cautiva al corazón
desnudo, allí
pues, te
me pierdes, una
una vez en
siempre, con
lo que el viento trae
de cada una de las sombras, de
las lágrimas, mientras
mesan los vocablos, uno
a uno en
torno a nadie.
También yo
me demoro en un glaciar
de sentencias, también
te ofrezco cada
mediodía con su
juramento
para que el vacío
sea vencido por el más
ruinoso flujo, donde
nombre por nombre del adiós
penetra un alma.
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