Labranza cuando
de la solitaria parcela el ventisquero jala
el mudo corazón.
Lo
que está al
pensarse, por el jamás
de un modo esencial, en
la más inclemente
cercanía.
Copo, sobre
copo, arrojado
desde el cielo a
nuestra escucha, alud de
un liberar, mi
calor: mortales.
Yo vengo , yo duramente absuelto
vengo, sabes de asilo y
Señor.
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